
Isabel Medina, de 41 años, se abraza a sus hijos, Rayan (izqda), de seis años, y Jimmy Ortiz (dcha), de ocho, durante el anuncio del presidente de EEUU, Barack Obama, de la nueva reforma migratoria, el 20 de noviembre de 2014 (AFP | Ringo Chiu)
Tras escuchar al presidente de EEUU, Barack Obama, ofrecer el jueves proteger de la deportación a cinco millones de indocumentados en el país, Catia Paz, una salvadoreña que lleva 13 años viviendo en la sombra, dice aliviada: «Voy a estar tranquila».
Como sus dos hijas son ciudadanas estadounidenses, Paz podrá beneficiarse a partir de primavera de un nuevo programa para legalizarse, a fin de obtener un permiso de trabajo por tres años y evitar la deportación. Para Paz, que en 2011 fue señalada para ser expulsada del país, la orden de Obama es una «victoria» que le da un giro a su vida. «Estuve a punto de salir del país» y ahora «voy a estar tranquila, sin preocupaciones de que me van a deportar», dice a la AFP frente a la Casa Blanca.
Con proyectores o tabletas en mano para seguir el discurso de Obama, grupos de activistas, indocumentados y ciudadanos estadounidenses se reunieron en varias ciudades del país. A pesar de las bajas temperaturas de Washington, decenas de personas celebraron el anuncio frente a la Casa Blanca con banderas estadounidenses y pancartas que decían «Gracias, presidente Obama». «Cinco millones de miembros de nuestra comunidad han sido salvados», gritó eufórico Gustavo Torres, presidente de la asociación pro-inmigrante Casa Maryland, poco antes del discurso.
«Para mí, es un cambio del día a la noche. Pero es como algo raro porque hay un montón de gente alrededor mío que está peleando y no califica», dijo la activista María Bilbao, de la organización Familias Unidas (United Families). Esta argentina, que ha vivido 14 años indocumentada, pero se beneficiará porque su hijo es residente legal, dijo que lo más importante para ella es que ahora podrá «manejar sin miedo que me deporten».
Otros sentían tristeza por quienes quedaron por fuera del grupo que se beneficiará. «Una de esas familias es mi familia. Mis padres y yo hemos vivido en Estados Unidos por casi nueve años indocumentados», dijo el mexicano de 21 años Aldo Martínez. «Vivo a diario el miedo y el temor de que regrese a la casa y mis padres no van a estar ahí porque fueron deportados por el presidente Obama», añadió Martínez, uno de los 600.000 jóvenes que se benefician de DACA, un programa lanzado en 2012 que será ampliado según las nuevas directrices.
El plan de Obama es una bomba política en Washington, donde sus adversarios republicanos prometieron contraatacar y un tema sensible para sectores de la población que rechazan una «amnistía» para los indocumentados. Los indocumentados «deben regresar a sus países y volver legalmente», dijo a la AFP Rodney DeShawn, un constructor retirado junto a un grupo que portaba una pancarta: «ilegal es ilegal», a pocos metros de los sonrientes inmigrantes.